El estilo de vida que prevalece en nuestros días seguro que a ti también te demanda rendir al máximo en todos los ámbitos: en tu trabajo, la casa, con tu familia, los amigos dándole a todo eso la mayor parte de tu energía. Y si quedara algo de tiempo, tal vez te das un poco a ti.
Tanta exigencia te obliga a vivir en apuros constantes, “corriendo” de un lado para otro, con el tiempo justo para lo diario. Cuando eso se convierte en el estilo de vida y pasa a ser lo normal, alguna parte de tu cuerpo lo resiente.
Ese agobio trae repercusiones en tu cuerpo que pueden ser muy variadas por los distintos niveles en los que el estrés impacta.
Una consecuencia muy común es la sensación de carga, de “desborde”. Esto genera aun alerta permanente tanto en lo físico como en lo mental y emocional.
La acumulación de tensión sostenida hace que tu organismo entre en un proceso de inflamación continua que involucra prácticamente a todos los órganos. Esto se asocia a una actividad excesiva del sistema nervioso, resultando en altos niveles de hormonas como el cortisol, la adrenalina, noradrenalina como principales.
Estos propician la acumulación de grasa y por ende enfermedades crónicas que inicia con inflamación, como la obesidad, hipertensión, diabetes, entre muchas otras. La liberación de cortisol desencadena una serie de respuestas para ayudar a superar la situación de estrés, entre las que se encuentran la supresión temporal de respuestas del sistema inmunológicoy la ralentización de las funciones digestivas.
De acuerdo con el neurobiólogo Robert Sapolsky, los padecimientos más comunes, causados o empeorados por el estrés son: enfermedad cardiovascular, hipertensión, depresión, ansiedad, disfunción sexual, infertilidad, ciclos menstruales irregulares, insomnio, fatiga, pérdida de memoria y de concentración, alteración del apetito, problemas digestivos y disbiosis.
Este fenómeno inflamatorio genera cambios a nivel cerebral que aumentan la probabilidad de desarrollar hábitos alimenticios poco saludables y cambios en la conducta alimentaria. Entre ellos, comer de manera compulsiva alimentos con alto contenido de grasas, azúcares y caloría, con sus consecuentes alteraciones nutricionales.
La forma en que se percibe el estrés es distinta para cada persona, y las herramientas para manejarlo también, sin embargo, suele ser una conducta habitual, buscar el placer de comer como un alivio momentáneo.
Aquí te dejo una serie de acciones que puedes incorporar poco a poco para contrarrestar esos efectos e iniciar el cambio.
Buena hidratación: el cuerpo agua y se ha estimado un promedio de 2.5 litros de agua al día para mujeres y cerca de 3lts para el promedio de hombres. Te hablo de agua mineral, líquidos libres de azúcares. No esperes a sentir sed para tomar agua, porque ese ya es un signo de deshidratación.
Ejercicios de respiración, mindfulness y meditación: te ayudan estar más consciente y en el momento presente, reduciendo tu ansiedad. También estar más alerta de los procesos y hábitos de alimentación y son especialmente reducir los atracones por estrés.
Relajación guiada: Las técnicas de relajación son una maravillosa manera de lidiar con el estrés del día a día. Te ayudan a disminuir el ritmo cardíaco y reducir la presión sanguínea. Puedes ir a mi canal de youtube @Raquelina Luna o a mi podcast por Spotify, tengo recursos gratuitos para ti.
Ejercicio físico regular: te permite manejar los niveles de estrés, mantendrá tu cuerpo en buena forma y ayudará a prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas a largo plazo.
Usa adaptógenos: son sustancias que podrían mejorar la resistencia del cuerpo al estrés físico y emocional. Ayudan a que el organismo se adapte mejor a los distintos factores o situaciones a los que nos exponemos todos los días y pueden alterar nuestra salud. Consulta con tu médico para elegir los mejores para ti. Mientras te menciono algunos más conocidos: rhodiola rosacea, ginseng, la maca, ashwagandha. En el próximo artículo te hablaré más de ellos.
Evita el alcohol excesivo: el alcohol se convierte en una “vía de escape” para muchos. Si lo tomas en exceso tendrás los efectos negativos asociados, además de los altos niveles de calorías vacías.
Mejora tu sueño y descanso: el sueño profundo te ayuda a romper el ciclo de estrés. Descansar suficientemente durante la noche te ayuda a pensar con más claridad y a tener más energía y mayor control de tus impulsos, incluyendo tu ingesta. Regular tu ciclo de sueño-vigilia, es una de las maneras de recuperar tu metabolismo.
Haz algo que disfrutes. Puede ser algo tan simple como leer un buen libro, escuchar música, ver tu película favorita o salir a cenar con alguien especial. O comienza un nuevo pasatiempo o clase. Sin importar lo que elijas, intenta hacer al menos una cosa al día que sea solo para ti.
Mantén una alimentación saludable. Comer alimentos saludables ayuda a darle energía a tu cuerpo y tu mente y te ayuda a recuperar el control sobre ti. Hay muchos estudios que evidencian el impacto a nivel cerebral y de comportamiento de los alimentos. Comienza con evita las ingestas con altos contenidos de azúcar.
Aprende a decir NO. Si tu estrés viene de realizar demasiadas tareas en casa, en el trabajo o de cargarte con asuntos de otros, aprende a establecer límites. Pide ayuda a los demás cuando la necesites.
El estrés es un tema complejo, tiene múltiples causas y efectos, más allá de los mencionados aquí. Dale la importancia el cuidado que amerita. Si te encuentras incapaz de manejarlo por tu propia iniciativa, te recomiendo buscar ayuda profesional.